Baños Roma

Compañía: Teatro Línea de Sombra
País: México
XV Festival Iberoamericano de Teatro
Funciones: 18 al 20 de marzo

“Solo con ver esta obra ya se pagó todo el Festival” escuché decir a mi amiga Diana Ospina al salir de la Casa del Teatro. Y puede ser, teatro en español, teatro latinoamericano, teatro que nos toca, teatro que no es teatro sino una historia narrada y coreografiada, “que como todas las historias, al ser contada, va perdiendo algo de su exactitud”.

Miles de recursos performáticos, todos aportándole a la historia, generando información, pero también sensación. Los sentidos se despiertan a lo largo del tiempo en que esta transcurre. Son solo 70 minutos, pero parecen años; y es que hubo tanta investigación y se buscó tanto al boxeador “Mantequilla” Nápoles en Ciudad Juárez, que se puede sentir esa búsqueda aun en el escenario. Algo así como Los detectives salvajes de Bolaño tras el rastro de Cesárea, pero en vivo. Se siente real, se siente el sudor, y se ven los ojos brillantes de los actores como es imposible ver unos ojos así en el cine.

Se siente el cuerpo y la memoria y el deseo de hacer sentido, de habitar esa tierra que es el teatro pero es también Ciudad Juárez. Con tacones rasgando el aserrín se crean las calles y es posible ver cómo una ciudad florece, se mata y se pulveriza, hasta quedar nada, hasta poder solamente oír el ladrido de un perro o una perra, o hasta simplemente poder oler un tabaco barato encendido.

Cámaras de video para hacer circuitos cerrados, luces que se acercan a los actores para hacer close ups de una manera mecánica, burda y fascinante, los diseñadores y técnicos de luz, sonido y video a la vista en mesas de trabajo con sus compus y consolas, un perro de peluche, efectos que se sobreponen unos a otros para hacernos morir de tristeza en nuestra propia ciudad donde también “las aceras se perdieron” hace tiempo, donde nadie puede salir solo a caminar de noche.

En la Ciudad Juárez que nos muestran en Baños Roma, la fiesta, la tranquilidad, la conversación, la gama de luces y la abundancia, todo se evaporó hace unos años por la violencia del narcotráfico. Es tan duro ver un país espejo. Es como si la coraza creada por nosotros con largos años de esfuerzo para no sufrir el día a día, se desvaneciera al ser espectador de esta obra de teatro, al ver otro pueblo hecho pedazos, muerto del susto, abandonado.

Hay canciones interpretadas por el músico Jesús Cuevas sentado también en su mesa de trabajo, que hacen erizar a cualquiera con ese tono ronco y profundo, como cuando canta The beast in me mientras se proyecta la letra en karaoke pantalla gigante; hay canciones interpretadas por los actores que no cesan de sorprender con sus destrezas; el humor va y viene durante toda la obra y se hace palpable cuando entra el trío Los Centauros de Cundinamarca o algo así, conformado por bogotanos que llegan a invadir la escena para nuevamente hacer evidente los lazos que nos unen con México.

Otros mil recursos se hacen presentes: polvo, flores que ya no son, fotos, pedazos de periódicos, imaginarios que se cruzan desde el encuentro con el personaje eje de toda la historia, el boxeador José Ángel “Mantequilla” Nápoles, su deseo por regresar a Santiago de Cuba, la resistencia de su esposa Bertha Navarro, los textos de Cortázar sobre Mantequilla en París y Managua, la necesidad de compartir una cerveza fría, una mujer que carga más de lo que puede y claro que puede, hasta la vida de las actrices y los actores y la vida de los espectadores.

Algunos de los actores, lo dicen durante la obra, nacieron en el 76, y pareciera por lo que relatan, que para ellos hubiera un antes y un después de la violencia que trajo a México el narcotráfico. Hubo un período donde todo se nubló, donde Ciudad Juárez perdió muchas peleas seguidas y comenzó a perder hasta la memoria. En la escena Zuadd Atala, Jorge León, Alicia laguna, Malcom Vargas  y Viany Salinas aparecen como testigos de ese tiempo evaporado. De esas ruinas que si vuelven a renacer “nunca más volverán a ser como antes”.  Para los que nacimos en el 74 en Colombia, todo ha estado un poco nublado desde siempre, no tenemos antes y no sabemos si después.

Parece que la historia saliera de esos cinco actores-cantantes-boxeadores-graffiteros, que hubiera sido creada por ellos, que los afectara y que fuera recordada, celebrada y nuevamente sufrida por ellos. Y solo eso ya es demasiado. El director Jorge Vargas que parece invisible logra ese desmoronamiento entre lo que se dice, los autores del texto y quienes lo dicen. Como si los actores, el músico y los técnicos hubieran entrelazado la historia y hubieran creado el ring donde se desenvuelve, como si todo hubiera sido vivido por ellos y es una historia dura, es la historia de México desde hace años, de México actual, es la historia que pesa, que nadie quiere ver, ni tener, es la historia que nos tocó.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_gallery type=»image_grid» images=»2903,2902″][/vc_column][/vc_row]

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