Obra: Una idiotez / Actores: Juan Prada, David Mateus, Cielo Ospina, Karen Sauer, Juan Pablo Gomez / Dirección: Pablo Flehner / Dramaturgia: Philipp Löhle (Die Mitwisser) / Asistencia de dirección: Santiago Camacho / Vestuario: Laura Copo / Asistente de vestuario: Valentina Rivas Muñoz / Iluminación: Daniel Botero / Ambientación: Rodrigo Quintero
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Una melodía dulce envuelve la sala, música producida por un sintetizador modular analógico, es Plantasia de Mort Garson, ¿por qué escoger una canción de 1976? ¿Por qué uno de los primeros álbumes de electrónica creado para las plantas y quienes las aman?
Recomiendo darle play al álbum para acompañar la lectura.
La obra se desarrolla en un espacio y tiempo imaginario que le hace un guiño a la ciencia ficción, presenta una versión del pasado. La apariencia retro de los personajes se parece a lo que conocemos pero las relaciones entre los personajes se transformarán rápidamente con la presencia del Señor Kwant, que pondrá en evidencia lo absurdas que resultan la libertad y las decisiones que tomamos en el presente.
Al frente, un comedor, al fondo una alcoba, en los costados la cocina y el baño. Es la casa de dos trabajadores, un enciclopedista y una florista, Theo y Anna. En el comedor la pareja observa al Señor Kwant que ha llegado a casa para instalarse. Kwant es el asistente que Theo ha adquirido “totalmente gratis” (solo a cambio de aceptar los términos y condiciones como usuario). Theo está fascinado como un niño con un juguete nuevo. Anna desconfía de Kwant, nadie hace nada gratis, nadie.
En este universo que está por perturbarse, la información reposa en archivos y expedientes, los archivos son de papel, aún existen las enciclopedias y claro, los enciclopedistas, compiladores del conocimiento y rectores del orden alfabético. Theo trabaja en el Instituto del Conocimiento Universal, es el encargado de escribir los artículos de la E hasta la J.
El señor Joseph Kwant tiene la apariencia de un muchacho amable, en su temperamento parece un Boy Scout, un muchacho observador, con escucha activa, de aprendizaje veloz aunque con un andar particular (la disposición de sus brazos recuerda los juguetes con poca movilidad en las articulaciones). Kwant es el asistente dispuesto a atender todo de forma rápida y acertada, nunca se equivoca, no se cansa, siempre brinda la solución perfecta, en sus análisis propone cambios y alternativas que prometen eficacia, efectividad y precisión, incluso en los aspectos más íntimos de la pareja. Con el pretexto de ayudar, su presencia parece sutil y colaborativa; Theo lo involucra en cada una de sus decisiones y lo adentra en todos los aspectos de la vida íntima y familiar. Ahora todo en su casa y en su relación parece obsoleto, simple y elemental, Kwant siempre señala que necesitan algo, siempre hay una carencia que él sabe cómo solucionar. Anna prontamente se siente invadida y acosada, ¿qué necesidad hay de tener un Kwant? ¿Por qué debe saber todo lo que sucede y cómo hacerlo correctamente?
Theo y Kwant son inseparables, donde está Theo está Kwant,como una sola entidad. En una oficina análoga, con máquina de escribir, expedientes impresos, teléfono de disco y una lamparita, Kwant agiliza la escritura de artículos; además de las labores domésticas ahora contribuye a las tareas de Theo. El rendimiento laboral del enciclopedista aumenta considerablemente gracias a su asistente, ahora son los mejores amigos. Prontamente toda la gente empieza a adquirir asistentes, todos tienen un Kwant. Son eficientes y óptimos en lo que hacen, tienen respuesta y actualización inmediata, sin contar que siempre están disponibles para sus usuarios. Es tanta la eficacia y rendimiento que las labores humanas parecen ahora ineficientes, caducas, anticuadas y lentas, los Kwant lo hacen mejor y así la vida es más sencilla. Inesperadamente los dominios de los Kwant se extienden al manejo del Instituto del Conocimiento Universal y hasta la escéptica Anna adquiere su propio Kwant.
El avance tecnológico Kwant se vuelve indispensable en la “protección” y vida social de las personas. Ahora todo debe ser registrado y evidenciado, estos individuos están interconectados y monitorean el comportamiento de sus usuarios. Theo intentará escapar del establishment kwant, un régimen que está en todo en todas partes al mismo tiempo, ellos lo saben todo y eso les permite “kwantificar” el mundo. Una vez más una ficción parece muy real.
En noviembre de 2023 me encontré a Pablo Flehner y me contó de este proyecto, me compartió el texto dramatúrgico. Es importante mencionar que la sátira y la subversión son características de Philipp Löhle. Después de leer el texto y antes de ver la obra sentía gran curiosidad por la forma en que estas cualidades iban a ser representadas en escena. En 2024, este proyecto se consolidó y el Teatro Charlot lo acogió para esta primera temporada.
En la lectura del texto y la observación en escena, es imposible no asociar la obra a la ciencia ficción, tanto por su temática como por mi fascinación por este género literario. Mi pulsión por la ciencia ficción menguó con la pandemia, una cosa es leer acerca del fin del mundo y otra vivir en aislamiento, en alerta constante, amenaza y vigilancia por casi dos años. En estos tiempos pandemicos la mayoría de nuestras interacciones ocurrieron en línea, desde hacer las compras hasta comunicarnos con nuestros seres queridos, muchas de estas interacciones siguen haciéndose así hasta el día de hoy. Una Idiotez llega poniendo sal en la herida y recordando que es tiempo de retomar este tipo de ficciones.
Las adaptaciones más difundidas de obras literarias de futuros distópicos con humanoides y robots, con emporios científicos y debates del avance tecnológico, han sido realizadas para cine y en una industria que tiene gran desarrollo de efectos especiales. Parecen producciones cada vez más sofisticadas y costosas.
La combinación de sátira y ciencia ficción puede dejar grandes sinsabores. Autores como Huxley y Orwell han realizado críticas a la sociedad, al sistema económico y los mecanismos de control y poder, develando viejas estructuras, casi ruinas que aún habitamos; si bien la sátira usa la burla, no es necesariamente cómica, puede ser angustiante e incluso trágica, nos lleva a pensar en el futuro y a caer en angustias antiguas: ¿es este nuestro destino?, ¿podemos escapar de éste o cambiarlo?
Es de destacar que estos interrogantes habiten el teatro, y con esta propuesta, la escena bogotana. Una idiotez apuesta por elementos cómicos en su narrativa, hay un juego de un humor inquietante, ríes y te agobias porque tú también has sido Theo; aún así, te vuelves a reír. El relato parece un chiste, cuestiona y pone en evidencia la fragilidad de las ideas del progreso, el consumo y nuestra dependencia con la tecnología. La obra plantea un dilema actual: ¿La IA nos reemplazará? Hyto Steyerl, artista visual alemana, señala en uno de sus ensayos que somos los condenados de la pantalla; mientras que Una idiotez cuestiona abiertamente: ¿hay absoluciones posibles?
En medio de estas tensiones, la obra transcurre entre actividades que se sienten cotidianas y orgánicas. El hogar y el trabajo son entornos compartidos con la experiencia vital de los espectadores, se presentan situaciones que parecen rutinarias en un mundo donde aún no existen teléfonos celulares. Es de destacar en la obra el cuidado de mantener el humor, de llevarlo al cuerpo, de crear el personaje y sus gestos, de dar el ritmo a la sátira, de profundizar en lo absurdo y en lo aparentemente evidente u obvio. Una Idiotez nos cuenta que el mundo está roto y lo expresa con humor, nos regala un pretexto para encontrarnos, un consuelo para abrazarnos en la sonrisa, una provocación de un universo cómico y ficcionado que responde a nuestra realidad.
Esta obra se presentó durante el mes de de julio de 2024 en el Teatro Charlot de Bogotá.