Miau marramamiau

Obra: Miau Marramamiau.
Compañía: Aerotopía Danza, cuerpo y aire.
País: Colombia.
XI Festival Danza en la Ciudad.
Fecha: 24 de noviembre de 2018.
Teatro: Teatro El Parque.

Por Rodrigo Estrada

Todo sucede más o menos así: hay un pintor que quiere alcanzar con su pincel alguna superficie sobre la cual crear un mundo. Corre, salta y gira, pero sin lograr esparcir ningún color; es el color, más bien, el que empieza a envolverlo. De pronto, arrastrado por su fantasía, entra por una una ventana mágica a un mundo felino del que ya nunca vuelve a salir; se convierte en gato y, en esa realidad que el público alegremente acepta como natural, se pelea y se divierte con otros de su misma especie. Esos otros saben hacer todas las gracias del mundo. Bailan y se trepan en el lomo de sus compañeros, y caen como caen los gatos, suavecito, sin golpearse. Hay uno que hace malabares con las pelotas y que toca el tambor, hay otro que se para en las patas delanteras y otro que toca la guitarra, y hay una minina encantadora que se cuelga de una lira y deja con las boquitas abiertas a quienes la observan desde las sillas.

Al gatico pintor, que parece haberse enamorado de la minina, no le queda más remedio que treparse también a la lira, para impresionarla. Está lleno de miedo; podría caerse y lastimarse una pata. Sin embargo, no se cae; el amor lo ha vuelto valiente y acaba por seducir a la minina. Ahora los dos están arriba, girando como una estrella aterciopelada. Y otra vez aparecen los amigos, y vuelven a pelearse y a jugar,y a treparse y a girar y a bailar, hasta que se va la luz. Se acaba el sueño y los gaticos pasan al frente para que el público los aplauda por sus gracias y sus maromas.

La pieza se llama Miau marramamiau y alcanza el objetivo que debería lograr cualquier obra, sobre todo si está dirigida a un público infantil: hacer que este participe de la función. Lo logra no solo porque los niños aplaudan o respondan con maullidos a las provocaciones de los gatos del escenario, sino porque también ellos, y los adultos, por cierto, terminan haciendo parte de la magia. Durante el tiempo que dura la función (una hora, más o menos), el público está conectado con el juego y la música de la obra, con las emociones y el movimiento de los personajes. Aun después de que todo acaba, no hay niño que no quiera subir al escenario para tocar a sus afelpados superhéroes, para colgarse de las telas o para tocar la guitarra del gatico músico. Esto, por demás, es posible tanto por el carisma de los performers como por el uso efectivo de los recursos: la música en vivo, la lira, las telas, los paneles, el video y el movimiento de los bailarines.

Esta obra, dirigida por Jeniffer Lizcano, fue creada con el apoyo de la Beca de Creación en Danza para la Primera Infancia del Instituto Distrital de las Artes, y acaba de ser presentada en el XI Festival Danza en la Ciudad. Es un acierto por parte del Idartes y del Festival dar cabida a estos proyectos para público infantil. El colectivo Aerotopía, por su parte, ha sabido utilizar este espacio de manera óptima. La gente chiquita y vivaz del público estuvo feliz con el vuelo, la música y las ocurrencias de los cinco gaticos inquietos que construyeron esta bonita obra.  

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