CENTRO DE EXPERIMENTACIÓN COREOGRÁFICA 2023 – DANZA COMÚN / Memoria del proceso creativo / Performers: María Cristina Méndez, Adriana Guio, Cristina Juliana, María Fernanda Blanco, Julián Álvarez, Ricardo Villota, Sebastián Paredes, Yennyfer Pardo, Laura Gracia, Sofía Jaime, Valentina García, Mónica Velásquez, José Ignacio Morillo / Maestras invitadas: Paulina Avellaneda, Marcia Cabrera, Adriana Cubides / Tutores: Bellaluz Gutiérrez, Andrés Lagos, Rodrigo Estrada.
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Diario del funámbulo de una duda y un ensamblaje de sujetxs,
una imagen corporal colectiva y un escenario de deseo
«Bella, en los anuncios vi que hay un centro de experimentación coreografía que van
a abrir, pero no estoy segura de si es buena idea para mí, lo digo porque dice que
el perfil son bailarines, coreógrafos, artistas de disciplinas afines: cantantes, artistas
plásticos y escénicos, y pues… yo soy abogada».
Una incubadora de creadores. Así decía en la publicidad del Centro de Experimentación Coreográfica (CEC). Por culpa de las palabras provocadoras y ruidosas que todos mis órganos auditivos recién empezaban a escuchar (improvisación, composición, juego, experimentación, memoria y escritura automática) di un salto de fe. Asistir e insistir a un proceso gestante me despertó toda la curiosidad. Creí, tuve fe, en el sentido más primitivo: sujeté la confianza en algo que desconocía plenamente.
Un sexto piso, justo arriba de un parqueadero y de una sala de fútbol 5, u 8, u 11, realmente no sé diferenciarlas. Sé de ese espacio que su música, la de la sala de fútbol, la vibración de los balonazos y sus celebraciones han sido la banda sonora constante del proceso. A veces me siento bailando esa música aun cuando en el sexto piso suena otra. Tuvimos dos encuentros presenciales semanales. Martes y jueves de 2:00 a 5:00, o bueno, de vez en cuando de 2:15, 2:20, 2:30, a 4:25, 4:30, 4:35, 4:45. También tuvimos algunos encuentros virtuales con Rodri los miércoles de agosto de 6:00 a 8:00.
De los recuerdos más sutiles: me acuerdo entrar por la puerta y ver a Bella con Brigitte acostados en el rectángulo negro jugando; llorar por el movimiento de Yenny y lo que me quedaba en el cuerpo; el almuerzo frío de todas las que no habiamos almorzado y comer con hambre y sin tiempo.
13 junio 2023
Las sillas estaban en el centro del espacio, dispuestas en dos filas, cada fila en simetría con la otra del frente para habilitar un encuentro de dos cuerpos que se miran. Ese fue el momento en que escuché por primera vez el imperativo afirmativo en segunda persona de Andrés. “Siéntate en una de las sillas frente a alguien, cierra los ojos, si no quieres no los cierres, mira como estás sentada, sentado, observa cómo estás respirando, no lo modifiques, observa la respiración. Si necesitas acomodarte, organízate nuevamente”. Miramos a la persona del frente, yo vi a Marisol, aún entonces no conocía su nombre. Marisol me contó durante seis minutos un recuerdo: un viaje familiar con su novio, la celebración de cumpleaños del papá de su novio. Me pareció muy linda. Tomé seis minutos para escucharla. Finalizados los seis minutos hablé, ella escuchó. Olvido lo que conté.
La voz de Andrés-Brigitte sonó en el espacio. Cambia tu silla. Quedé frente a Julián, a él lo había visto en la Universidad Nacional. La pauta del siguiente momento fue robar, mezclar y ensamblar una nueva historia con el relato que habíamos escuchado, el de Marisol, y el mío. Me costó demasiado componer el ejercicio. Me gustó mucho escucharlo, atenderlo. Juli me contó una historia sobre una oruga, una mariposa, un hijo, una mamá y la calidad de la metamorfosis. Mientras lo escuchaba tuve tres minutos para hacer una lista con las imágenes, los gestos y palabras de su relato. Escribí precisamente eso: oruga, mariposa, hijo, madre, la calidad de la metamorfosis. La lista se la dimos a otra persona, con ella la idea era realizar una exploración personal y llevarla al cuerpo, lo que fuese que eso significaba. Fue mi primera exposición a algo que seguiría siendo frecuente: tener entre las manos la claridad de lo que debía hacer pero la duda de cómo hacerlo. A lo largo del proceso nunca desapareció esa pauta. Escogí tres cosas de la lista de Richi para llevarlas al movimiento. Elegí la bacteria, el devorar y el viaje. Bella y Brigitte nos convocaron por grupos alrededor de unas plantas moradas, que ya me son familiares, acomodadas en los rincones del rectangulo negro de Danza Común. Éramos tres grupos. Un papel amarillo decía: dialoguen la exploración y ensamblen algo, tienen 15 minutos. Ya no recuerdo cuál fue nuestro ensamblaje. Era algo festivo, una celebración, una tragedia. ¡Ah!, un cumpleaños. Me comí mi pie.
Quisiera decir que, después de varios meses, el modo de intercalar los roles, concurrentes desde el primer encuentro me sigue suscitando una metodología del hacer interesantísima. La propuesta de los juegos, contar lo que nos contaron, ficcionar, robar, ensamblar, traducir, decir de otra manera, quitar espacio, cercenar, adicionar, todas esas operaciones de diálogos con diferentes medios y materias dispares de fragmentos y traducciones de lo lingüístico a lo sonoro, de la imagen al movimiento, de la repetición a la improvisación…
Éramos tres grupos. El primero, nosotrxs, mostramos el ensamblaje festivo. El segundo grupo tuvo que hacer el paisaje sonoro de lo que habíamos mostrado. El tercero repitió exactamente lo mismo que hizo el segundo grupo en su ensamblaje de la danza del fuego. Recogimos lo que pasó en un círculo de sillas. Las sillas al centro y la conversa sobre lo que escuchamos. La conversa en tres dimensiones: hablada, a través del paisaje sonoro y de la imagen gestual. De nuevo esa traducción, a esas traducciones me refiero. Decir en diferentes texturas y materiales.
De este nuestro primer encuentro recuerdo las palabras a medio sol, todas amontonadas en la esquina más sur oriental del salón de danza común. No hay fórmula de creación y realmente hacemos esto porque nos gusta estar juntas. Creo que sí. Casi finalizando el proceso, resuenan esas mismas palabras. Escribo desde ahí, como diría Cristina Rivera Garza, escribo como práctica de acompañamiento, teniendo fe en el material que compartimos: el lenguaje, desde ese primer día, ese primer encuentro. A pesar de mi falta de memoria para recordar los nombres aprendí los nombres de Mafe, Marisol, Jennifer y Valentina.



Segunda parte
15 junio 2023.
Paulina y la sociología de los objetos. ¿Cómo se relacionan entre ellxs, entre ellxs y nosotrxs? ¿Qué necesitamos que exista?, ¿qué existe? ¿Por qué las sillas?, ¿por qué el escritorio, la carta, las luces, el balde de agua, la cuerda?, ¿y la escalera y las puertas, el sofá, el cojín?, ¿por qué la ropa es absurda? ¿Por qué los colores de la nación imaginada del grupo A1?
- Poner a las cosas a hacer cosas para las que las cosas no están hechas.
- Poner los objetos en el espacio.
- Disponer los objetos en el espacio.
- Cambiar los objetos en el espacio.
- Ser objeto con los objetos.
- Mover los objetos (otros cuerpos)
- Escuchar las narrativas de los objetos.
- Generar narrativas con los objetos.
(7 y 8 atender al tiempo)
22 junio 2023
Pienso en las múltiples historias narradas en la casa absurda y consistente de la pieza. La voz es un aparato para digerir las cosas que reverberan contra la gravedad y salen por la boca como un decir, un silencio o un casi susurro. Este es mi solo, este ya no es tu solo. ¿Dónde está el público? Creo. Cinco secretos, me gusta dormir dormida, me metí con un profe. A este mundo vine solita. Creo que los impulsos, de los que hablamos con Marcia, se notan en la pieza. No hay una suerte de domesticación de los impulsos primarios para entrar a hacer parte del mundo, más bien, hay una ficción del mundo propio, de cada quien y de todas, de esa casa propia habitada a des-tiempos en un bricolaje de enredos de anacronismos, temporalidades y simultaneidades.
06 julio 2023.
Desemboqué en la calle después de la sesión con Adriana. Caminé diferente. Olvidé la siempre presente verticalidad de la cabeza y logré llegar, estar presente, compartirme. Vi mi espacio como una presencia amable en la calle, no incómoda pero definitivamente no incomodable. Me quedé con la imagen de pasear por el cuerpo de Mafe con la invitación de su mirada y devolver ese juego con la complicidad del asombro. Lo más sorpresivo fue ver que al establecer la conexión con la mirada lo más increíble es asistir al momento en que la espectadora nos sigue.
11 julio 2023
Juegábamos (como cuando de pequeñas sin mayor trámite mental mezclamos el jugar y ficcionar) con la cinta amarilla pesada y los balones imaginarios que siempre se perdían. Dimos paso a la condensación de la energía colectiva para viajar a la energía individual en todo el cuerpo. Nos entrelazamos en la trenza de caminata curva y en sus cambios de sentido. Para cambiar de sentido en la trenza teníamos que abrir espacio y pasar por el medio, o dejar que otrx atravesara como una concesión o una nueva grieta que rápidamente era tejida por el cuerpo que cruzaba.
Tercera parte.
Estuve en la gestación de la duda, en su semilla. Pero una semana y algo más de lejanía me dejó fuera de la puerta. Estaba sentada en las baldosas cerca a la ventana que da a los cerros, sin embargo, me sentía justo al lado de la señora del primer piso en la taquilla del parqueadero, mirando entre el monitor, la calle y las personas que suben por el ascensor. Vi muchas cosas que sucedían. Admiré a la distancia lo que estaba sucediendo, creo que en mayor medida por la sensación de haberme perdido la última parte de la formación del proceso. Me preguntaron ¿qué ropa le pondrías a esto? ¿Qué ves? Lo único en lo que pude pensar fue en que la insistencia es lo que sostiene la presencia. Me angustié, sentí que me perdí de mucho muy importante.
Días después, en otro encuentro de la Duda CEC, así nos dimos en llamar por whatsapp, no encontré el dónde pero sí el cómo. Seguía sintiéndome totalmente perdida en una selva animal de movimientos. Me dolía la cadera y la parte posterior de la pierna detrás de la rodilla donde termina el isquiotibial. Me costó entrar, conectar…
Algo cambió en un instante pequeño. Me encontré con un mensaje propio, una subpartitura: un bichito rosado que le gustó girar en sí mismo, arrastrarse, deslizarse. No mucho, solo eso. El sofá me habló fuerte, los cajones también.
En el tiempo importante de 2 minutos con 37 segundos, ni uno más ni uno menos, porque no puede ser otra la calidad de esos tiempos rigurosamente supersticiosos, acompañé la mirada de mi bicho escondida tras la piel rosada. La mirada enroscada en un sofá, en el umbral de una puerta. Una mirada del suelo, rastrera y con más de ancho que de alto. Miope, de ojo entrecerrado, a medias por la tela a medias por la parte humana del insecto. Una mirada fronteriza que colindó con territorios morada de otras criaturas y que en sí es territorio morada. Un bicho emergió con la cabeza como los demonios que logramos domar, pero de vez en cuando brota con la cabeza erguida para poseer el lugar del público.
Este bicho me obliga a torcer la banda para no quedarme en cilindro.
Las palabras concatenan frases, las frases párrafos, los párrafos textos. Hay una creencia de que la siguiente palabra es esclava de la anterior, la siguiente frase esclava de la anterior frase, el siguiente párrafo esclavo del anterior párrafo y así sucesivamente, pero yo no creo en la esclavitud del lenguaje. Me gusta jugar a desensamblar las frases. En mi juego imagino cada palabra como una entidad independiente que me bota una imagen. Luego sitúo la palabra en una vecindad diferente, acompañada de otras palabras. La imagen contundente y clara se diluye para proyectar otra; sin importar la palabra la imagen cambia dependiendo de su vecindario. Si pudiera decir algo sobre la palabra es que la palabra tiene más del orden del espectro que de la imagen. El mismo proceso con una frase, un párrafo, un texto. Creo que algo así fue lo que sucedió al final cuando Bella sugirió fragmentar, pausar y activar los materiales de ambos grupos en diferentes momentos (1-A, A-1) en simultáneo y en diálogo. Como la palabra al movimiento, la frase a los momentos y el párrafo a los segmentos, esto se me parece al juego de escritura del que hablo; se tejió una nueva pieza.

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Este artículo ha sido escrito y publicado en el contexto del proyecto «el cuerpoeSpín en la escena 2023», con el apoyo de la Beca Estrategias Novedosas del Programa Distrital de Estímulos de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá.
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