III Encuentro de danza contemporánea La Casa Baila, día cuatro

El 13 de Julio de 2013 se cerró el encuentro de danza contemporánea La Casa Baila, a continuación algunas notas sobre la pieza presentada aquella fecha:

Una para el mango, de Compañía & Compañía

En el lenguaje coloquial colombiano, la palabra mango, además de nombrar una fruta, también designa el corazón humano. Dada la semejanza de formas y tamaños resulta un símil muy acertado. Pero más allá del acierto descriptivo, me parece que esta palabra crea un ámbito que entra en relación de manera profunda y honesta con el modo como se vive cada historia sentimental; es como si al usar una palabra que se asume más entrañable, menos oficial por así decirlo, se perdiera en solemnidad y se ganara en autenticidad. Actuando de este modo la pieza adquiere un tono íntimo que permite exponer, como en amistosa confidencia, los pormenores de los caminos transitados al experimentar las intensas pasiones que para bien y mal se hacen presentes en la vida amorosa.

Y dinamitando la solemnidad, con una puesta en escena apoyada entre otras cosas en un discurso disparatado, ingenioso y ocurrente, se pone en marcha esta pieza. Todo lo que se ve obra en función de una puesta en escena en clave de farsa. Presenciamos la emisión de un espectáculo que se basa en la música popular, especialmente en apasionados boleros y música de cantina profundamente trágica. A lo largo de la “emisión” se llevará a cabo un concurso dancístico en el cual varias parejas, bailando al son de diferentes piezas musicales, pondrán a consideración del público y de los miembros del programa la bondad de sus ejecuciones.

Al ir presentando cada pieza musical, los anfitriones del show y sus invitados nos brindarán información de primera mano acerca de los intérpretes y autores, anécdotas sobre las circunstancias que gestaron las canciones y algunos comentarios sobre el desempeño de los bailarines. Esmerándose siempre en ilustrar al público con detalle y precisión.

Cada cuadro de danza puesto en juego explora un modo particular de concebir el ejercicio del movimiento, una particular manera de interpelar al espectador. Cada escena utiliza un lenguaje singular que se materializa en expresiones que abarcan amplios espectros en cuanto a las posibilidades formales y compositivas de la danza. Se hacen presentes las metáforas delicadas, las representaciones más directas y viscerales, los ejercicios que rozan con lo abstracto y lo lúdico, y la apuesta por la ruptura de la idea tradicional de un espectáculo dancístico.

Tantas personas presentes en el escenario en tan variadas maneras dotan a este montaje de una riqueza cuya descripción se hace imposible; una simple enumeración de cualidades no hace justicia y no transmite la poderosa alegría que se experimenta al presenciar el desarrollo de la obra. La clave donde reside la fuerza del conjunto es la comunión,  el resultado de la conjunción de este amplio conjunto de voluntades, donde no se pierden los matices de las voces personales y sin embargo se construye un lugar armónico que al mismo tiempo no es estático, es algo que debe ser experimentado de primera mano.

Los bailarines que se presentaron en esta ocasión fueron Lucía Martínez, Vladimir Maldonado, Andrés Lagos, Bibiana Carvajal, Angélica Díaz, Camila Romero, Raúl Parra, Mauricio Lozano, Laura Barragán y Mila Chávez. Y los anfitriones del encuentro fueron, una vez más, Nelson Martínez, Vanessa Henríquez, Rodrigo Estrada, Marco Gómez y Wilson Gutiérrez, que contaron con la colaboración especial de Diana Vivas.

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